A finales de la Edad del Bronce, las culturas locales entraron en contacto con las corrientes culturales del Mediterráneo, específicamente fenicios y griegos, dando lugar a lo que se conoce como Periodo Orientalizante, o tartésico. Este contacto dio lugar a transformaciones en la cultura local, que se convirtió en más urbana e incorporó nuevos elementos, costumbres y tecnologías a su vida diaria.
Apareció la cerámica fabricada a torno, avances en la metalurgia, y nuevas imágenes, casi todas importadas. Esto se señala con una vasija fabricada en el área fenicia del Estrecho de Gibraltar y que originalmente contenía vino, una estatuilla de la diosa Isis de influencia egipcia, y un terminal de vástago (quizá de un carro) que representa un león. En lo tocante a producciones indígenas, se expone un asador de bronce, un plato y una inscripción tartésica.